Hoy no quiero escoger ninguna noticia para iniciar el Año con vosotros. Me voy a limitar a compartir con todos una sencilla reflexión que hace tiempo me ronda por mi cabecilla.
Veamos. Es un hecho evidente que las normas básicas de conducta van desapareciendo o nublándose a medida que una generación solapa a otra. Así, es frecuente ver cómo algo tan básico, sencillo y esencial como el "dejen salir antes de entrar" se obvia cada vez más con pasmosa naturalidad. Llamadme clásica, pero no lo soporto. Como tampoco tolero bien que no se respete la circulación peatonal por la derecha, o el subir una escalera mecánica ocupando su lado pertinente y dejando vía libre a su izquierda para aquéllos que deseen subir los peldaños a mayor velocidad. ¿A qué parece algo de cajón? Pues no lo debe ser. Porque no se cumple.
Sigo. Una simple ojeada a los comensales de un establecimiento nos dará una ligera idea de cómo éstos manejan los cubiertos y la servilleta; ésta -debidamente reposada sobre las piernas- debería ser utilizada como es debido y sobre todo, antes y después de dar algún sorbo de agua o de vino. Algo, por otro lado, que empieza a resultar francamente exótico. En cuanto a los cubiertos, el que menos te esperas, empuña el cuchillo cual arma de sílex en el Neandertal. Y otra cosa, éstos deben reposar en el plato, no fuera de él, ni apoyado cuales flechas a la espera de ser cargadas.
Y claro. Luego me sorprendo cuando alguien no contesta a un e.mail, a un sms, a una llamada. Pero todo va unido. Es el "dejen salir antes que entrar" 2.0. Hay normas no escritas que la gente educada conoce perfectamente. O las intuye. Y las cumple, porque son gente civilizada. Ni más ni menos.
La nuevas tecnologías nos han brindado una serie de oportunidades y avances memorables. Pero no sé si contribuyen a mejorar nuestras relaciones en el sentido más cívico. No lo creo. Porque en base a su inmediatez, en la recepción de correos electrónicos, por poner un común y habitual ejemplo, se da por hecho su recepción, no se valora suficientemente la presencia de éste y pasa a la carpeta de "olvidados" sin marca roja de ningún tipo. Consideran, algunos de ellos, que no precisa de contestación.
Unos dirán que están muy liados. Otros, que la norma no lo exige. A mi entender -que jamás, ni en épocas asfixiantes de trabajo he dejado un mail, llamada o mensaje sin contestar- son simples maleducados. Y punto. Y la cadena no ha hecho más que extenderse.
Lo mismo ocurre con los "star tuiteros". Aunque lo curioso del asunto es que en no pocas ocasiones, cuanta mayor influencia o mayor "posición" de uno u otra, mayor es el "saber estar", tanto en la red como fuera de ella. Sin embargo, lo que suele pasar -como en tantos ámbitos- es el comportamiento del denominado "nuevo cargo"(por nuevo rico), al que le viene grande el "cargo" y a mayor responsabilidad, menor educación. "Si quieres conocer a Murillo, dale un carguillo..." que decía mi abuela. Y esos que son seguidos por miles y sólo siguen a una decena.... Esos son mi especie favorita de análisis. Muchos de ellos, relacionados directamente con la ausencia absoluta de educación. Lógico. El ego no les cabe en sus 140 caracteres que tienen por pantalón.
Y el ámbito político no escapa a ello, por supuesto. Y tanto da el color. Abundan en todas partes.
Porque se empieza por no dejar salir a alguien de un establecimiento y se acaba por gritar a un colaborador o no saludar a un ordenanza a su paso por el noble pasillo de turno.
¿Nos vuelve la tecnología maleducados o es que ya llegamos a ella en pésimas condiciones?
Mucho me temo cuál es la respuesta. Y de verdad, antes de emprender grandes acciones políticas, económicas, sociales, empresariales o cualquiera que sea el ámbito de actuación, creedme, un poquito de educación básica como la que antes nos enseñaban en casa y en el colegio, sería una excelente base de operaciones para el despegue de todo lo demás. E incluso un buen cuartel de invierno donde refugiarnos.
Así como un buen código de entendimiento en una sociedad que pretende ser civilizada, aunque sea ésta online. De veras. No es Matrix. Es una realidad.
Tan sólo se trata de educación. Y muchos de "ellos" encontrarán en ella la respuesta. Ánimo.
Y por cierto, os deseo lo mejor en este 2012. No será fácil pero aquí nos veremos para compartirlo.
El espíritu de este cuaderno digital no es otro que el de reunir ideas,pensamientos,gustos cinematográficos o gastronómicos,lecturas estimulantes o viajes sugerentes.Me interesa todo aquello que tenga que ver con el ámbito social y político,me interesa la libertad y su búsqueda permanente,me interesan las diferencias entre la óptica femenina y masculina,me interesan,en definitiva,las personas y su encaje en una sociedad cada vez más compleja.Y me apetece contarlo en mi propio espacio.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario