Menudo fin de semana. Las calles de Madrid notaban la ausencia de muchos que se agolpaban en la Convención del PP de Málaga. A darlo todo, tocaba, oigan. Y silencio, el olor a poder siempre pone firmes a todos. Es, sin duda, la mejor disciplina.
La imagen del weekend fue la de un Rubalcaba mirando a los ojos de la cámara -que se acercaba lentamente- para decir a los padres de José Blanco con toda España como testigo que estuvieran tranquilos, que su hijo era "honesto". Tierno como ninguno.
Pero las declaraciones que han revolucionado el fin de semana han sido las del líder de Unió y cabeza de cartel de CiU en las elecciones generales. Josep Antoni Duran i Lleida, tras criticar a "todos aquellos que reciben el PER para pasar una jornada en el bar del pueblo", ha abierto -no hay nada que le ponga más a tono- todos los informativos nacionales. Y ya la tenemos liada.
Esto de saberse el político mejor valorado le ha pasado factura. Pero ojo. Porque una servidora no cree de ninguna de las maneras que estas declaraciones hayan sido fruto de un calentón.
Y les diré por qué. El Sr. Duran no es dado a calentones -por lo menos electorales-; el Sr. Duran no da puntada sin hilo, amigos míos. Y estas palabras no son más que la puntita desde donde la cuerda se va a ir tensando cada día un poquito más, in crescendo, paulatinamente y con una medición milimétrica.
Lo demás, tal como las ofensas a un sector de Andalucía, el engordar la demagogia -ya de sí bastante gruesa- de Chaves y Guerra -aunque éste último supo poner su dedito donde escuece, as usual- son, podríamos decir, pequeños daños colaterales. Riesgos contados.
Aquí tenéis en enlace del Blog de Duran i Lleida con las oportunas explicaciones. Todo previsto. Todo under control... una vez más.
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