viernes, 29 de agosto de 2014

Mirando de reojo

Me encantaría retomar el blog a la manera que lo hiciera -ayer mismo- Francis Fukuyama: excusándose por haber estado inmerso en la elaboración de su próximo libro, que verá la luz en los próximos días y que con toda probabilidad será francamente interesante.

Pero no. Me temo que mis justificaciones son mucho más domésticas. Y típicas. Una mezcla de alta y concentrada intensidad de trabajo y una mayor dedicación, en mis ratos libres, a la cada vez más ardua entrega tuitera.

Abro paréntesis. Por cierto. De vez en cuando colaboro en un nuevo y refrescante proyecto del que aquí no había hablado todavía: The Luxonomist

Bien. Cierro paréntesis. Porque he estado observando. Y mucho.


          

Cuando, además, estaba dispuesta a cerrar mi cuenta de Facebook, va y la retomo. Por motivos que ahora no vienen a cuento y que probablemente sean otros los que me lleven a permanecer o los mismos a desaparecer. Quien sabe.

Pero hay una cosa bien cierta. Twitter te ayuda a sintetizar. Pero te amodorra, al mismo tiempo, en ese resumen permanente de la vida. Vamos de flash en flash, de chascarrillo en chascarrillo y de un bienestar tan placentero como vertiginoso y fugaz.

El motivo principal de seguir ahí es porque me divierte y me relaja. Motivos suficientes para escribir al viento esas ráfagas espontáneas de las que somos plenamente conscientes que podrían, en algún momento, rebotarnos en nuestras propias cabezas cuales pelotas de frontón. Que ya se sabe lo que tiene este deporte. Que cuanto más fuerte le das, más fuerte te golpea de nuevo.

Pero la vida es riesgo. Faltaría. Y como siempre me gustó pisar algún charco y pasar por ella con las motas de polvo necesarias, ahí estamos. Con cierta autocensura inevitable, qué le vamos a hacer. Pero ahí.

Lo que intento decir es que deseo volver a desarrollar esos flashes. Aquí. Con vosotros. Y lamento las visitas que han habido y se han encontrado con el cerrojo de esta puerta oxidado. Porque no era mi intención. Nunca dejo las cosas a medias. Soy perseverante para lo bueno y para lo malo.

Así que la Miquel seguirá por aquí un rato más. Compartiendo con vosotros lo que se tercie, dependiendo del estado de ánimo, del tiempo y de gravedad de los asuntos a tratar.

Y espero que me acompañéis en lo que será un inicio de otoño de lo más intenso.

Pues eso. Hasta pronto.