Aquí lo tenemos. Pere Navarro ya es oficialmente el sustituto de José Montilla al frente de la Secretaría General del PSC. Con un 75% de los votos, se ha impuesto a Joan Ignasi Elena, ex-alcalde de Vilanova i la Geltrú, que ha obtenido un 25% de los mismos y tras la retirada del alcalde de Lleida, Àngel Ros.
Así, el décimo segundo Congreso de los socialistas catalanes ha permitido al alcalde de Terrassa hacerse con las riendas y tutelar el presente y el no menos complicado futuro del PSC.
Refundarse, regenerarse, reinventarse.... ejercicio complejo el que debe poner en práctica el nuevo líder. No basta con lanzar un discurso atractivo. No basta con decir que ahora empiezan de nuevo.
Se trata de recuperar una imagen dilapidada tras el paso del letal tripartito por la Generalitat. Se trata, asimismo, de recuperar un criterio y un programa creíble para trabajar en la linea que les permita un día volverse a mirar al espejo sin comportamientos bipolares y estimulantes para la sociedad catalana.
Y se trata, además, de diseñar un programa económico y social propio del siglo XXI que encaje en una Cataluña integrada dentro de un gran proyecto español. Que es, al fin y al cabo, su esencia originaria.
¿Misión imposible? Si se despojan de sus mantos repletos de demagogia callejera, quizás no lo sea. Vienen tiempos difíciles. Tiempos a los que los cuadros socialistas no están acostumbrados. Pérdida absoluta de poder en Cataluña y en el resto de España. Diputaciones semi desiertas, que han cambiado de color y se han llevado con él todos sus cargos, esos desde los cuales les resultaba tan fácil pontificar. Esos en los que llevaban instalados desde tanto tiempo atrás y que les había alejado de la sociedad real.
Sin duda, una de las frases destacadas sería: "El PSC nació catalanista, y no podemos renunciar a ese catalanismo. Sólo nosotros podemos garantizar que más voces en castellano defiendan el autogobierno de Catalunya y más voces en catalán defiendan una relación federal con España".
Les deseo suerte. Aunque sólo sea porque comparto plenamente las palabras de Lord Acton... "El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente".
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