lunes, 22 de septiembre de 2014

¿Liberal antes que patriota?

El mismo día de la celebración del referéndum de Escocia desayunaba en Barcelona con un buen amigo. Convergente y liberal. O liberal y convergente. Quién sabe. Combinación, en todo caso, complicada en estos tiempos.

Charlamos un buen rato, nos pusimos al día de nuestras vidas y ofrecimos nuestros puntos de vista -diferentes aunque ambos preocupados- al respecto del corto y medio plazo que se dibuja en Cataluña.

Me gusta tener este tipo de conversaciones porque admito que, en ocasiones, pierdo algo la perspectiva.

El panorama no es muy alentador. No nos engañemos. Y el aparente respiro que el resultado escocés haya podido dar, tampoco altera demasiado el rumbo -no sabemos hacia dónde- del "procés".

Tiene una la sensación de que vamos poniendo saquitos de arena en las puertas mientras el río va creciendo gracias a una lluvia constante, pero tampoco veo dónde se encuentra el punto exacto donde el agua pueda fluir sin llevarse nada por delante.

Personalmente creo que no habrá independencia. Pero sí muchos heridos por el camino. Y fracturas de diversa consideración. Eso es así.

Sigo. Mientras mi amigo me contaba que se iba a aprobar la Ley de Consultas, que no creía que pudiera celebrarse ningún referéndum, al tiempo que me confesaba que de ser él el Presidente del Gobierno mantendría su deber de hacer cumplir la Constitución, y justo antes de decirme que podría plantearse una lista unitaria en unas elecciones plebiscitarias, le espeté: Y a todo esto... ¿quién va a ir gobernando mientras tanto? ¿Y cómo pretendéis que la gente que ha salido a la calle vuelva a entrar?

Porque yo soy -inciso- de las que creen que, más allá de intereses políticos, hay un grupo muy importante de jóvenes y no tan jóvenes que no se plantean, con la razón, ningún escenario, ya que el corazón es quien se ha puesto al frente de la marcha. Y combatir sólo con la razón, cuando la emoción a flor de piel está ahí, es una tarea ciertamente complicada. En fin. No me hagáis mucho caso. Estoy, digamos, pensando en voz alta.

A lo que me confesó que, efectivamente, era un asunto no prioritario. Espeluznado, también, ante el panorama. Y fue, en ese preciso instante, cuando se puso serio y me dijo: yo es que tengo un problema. Porque antes que patriota, soy profundamente liberal.



No hay comentarios:

Publicar un comentario