lunes, 28 de noviembre de 2011

Margin Call: Sin tiempo para el conflicto moral

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Tenía unas ganas tremendas de ir al cine para ver Margin Call. Y no me defraudó. ¿Por dónde empiezo?
Veamos. Si ya se ha visto el imprescindible documental Inside Job el contexto es muy similar. Nos debemos situar en las 24 horas previas al estallido mundial de la crisis financiera de 2008, justo antes de la caída de Lehman Brothers.

He buscado el significado de Margin Call, desconocido para una servidora en el momento de acudir a la sala de proyección. Pues bien. Es interesante destacar que "una llamada de margen" es el requerimiento por parte de un broker o dealer hacia el trader, de añadir nuevos fondos y satisfacer así el margen de mantenimiento necesario para cubrir sus posiciones en el mercado, en aquellos sobre todo donde se utiliza el apalancamiento. ¿Más o menos? Pues no me pidáis más.

Una cosa os diré. L.C.Chandor, guionista que debuta como director en esta obra, no hace el más mínimo esfuerzo para explicar al público los términos más complejos y técnicos que se van utilizando en cada una de las conversaciones. Y no me parece mal. Lo refleja tal cual. Y así debe ser para mantener un reflejo más fidedigno del nivel de las conversaciones.

Bien. Un breve resumen. El director de análisis de riesgo (Stanley Tucci) es despedido, junto a otros miembros de la firma del Banco de Inversión, en una escena que bien podría haberse extraído de Up in the Air. Éste, ya en el ascensor, entrega un pendrive a su pupilo, advirtiéndole de algo en lo que estaba trabajando. Su discípulo (Zachary Quinto), un joven ingeniero espacial, lleva a cabo el desarrollo del informe debiendo de alertar hacia la medianoche a todos los jefes de la compañía del grave riesgo al que están sometidos. La película transcurre durante toda la madrugada y hasta la tarde del día siguiente.

El guión, sobre todo, a partir de este momento, no tiene desperdicio. Más que interesante. Fantástico. Las tomas y fotografías de NY desde las últimas plantas del edificio son, simplemente magníficas. Y los rincones de cada una de las oficinas, plasmados con total  fidelidad.

 "Hay tres modos de ganarse la vida -dice Jeremy Irons-en este negocio: siendo los primeros, los más listos o con engaños. Y a mí no me gustan los engaños"

Ahora bien, el reparto es más que sensacional. Y cómo están representados en su papel y en el escalafón de la compañía, desde el todopoderoso Jeremy Irons, sublime, as usual, bajando a Simon Baker, muy creíble en su papel de niño mono sin escrúpulos y codicioso, hasta el impresionante Kevin Spacey, el único de los "grandes" que muestra en algún momento algún tipo de "duda moral" al respecto de lo que hacen y de lo que tienen previsto hacer. Sorprende, asimismo, sus lágrimas ante la pérdida de su perra y la casi indiferencia ante los despidos de la compañía. Desgarrador.

Spacey, en una de las charlas clave con Irons, le dice: "Somos básicamente vendedores, y una regla básica es no vender nada si no es para que vengan posteriormente a por más", justo en el momento en el que deciden liquidar la compañia llegando a los 65 centavos.

Paul Bettany es fiel a Kevin Spacey, mostrando otra de las caras de la codicia y la avaricia imparable del submundo de Wall Street. Y Demi Moore está estupenda en su papel de ejecutiva fría y calculadora.

Se trata de un filme absolutamente descarnado, reflejo fiel y real de la situación financiera en aquél momento, de los que -cabe recordar- sólo ha ido a prisión Bernard Madoff.

Pero francamente interesante, cruda, con un ritmo constante de tensión. Y brutal. Os la recomiendo, sin más.


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