jueves, 23 de febrero de 2012

Se trata tan sólo de educación. Creedme.

Insisto. Muchos de los problemas que acarreamos de fondo en España se deben simplemente a un asunto de educación. O de ausencia de ella, más bien.



De la misma manera que cada vez más tengo asumido que cuando una compañera de oficina olvida apagar la luz del cuarto de baño o deja mal cerrado el grifo no se debe a una simple cuestión de dejadez, sino que entraña aspectos de fondo y preocupantes, también tengo claro que si muchos adolescentes llevaran interiorizados conceptos básicos y elementales de civismo, nos ahorraríamos muchos problemas. Todo funcionaría mucho mejor. Sin duda alguna.

No sólo -ya lo comenté aquí en otra ocasión- me refiero a aspectos fundamentales de las normas de convivencia y orden cívico, tales como dejar salir antes de entrar, subir unas escaleras mecánicas por la derecha, dejando el espacio de la izquierda para los que llevan paso más ligero, saludar con un buenos días, o buenas tardes al entrar a un establecimiento. De ahí a insultar a un policía como algo habitual hay un abanico de comportamientos previos que no han hecho más que enlazar un error tras otro.

El profesor para el alumno no es un colega. Es la autoridad en esa esfera. Y se le debe un respeto. Al conductor de autobús se le debe saludar al subir, los papeles se depositan en una papelera, los excrementos de tu mascota se deben recoger, cuando en el metro sube una persona mayor o de limitada movilidad, le debes ceder tu asiento. Las llamadas se procuran devolver, los correos se deben contestar, es importante mantener las formas en la mesa y aconsejable adaptarse al dress code conveniente en cada ocasión que éste sea requerido.

Y por supuesto, el policía para el manifestante es quien se ocupa de velar por la seguridad, no alguien a quien lanzar objetos punzantes mientras llevas el pantalón rozando tu rodilla. Os parecerá obvio, pero creedme, en España ya no lo es. En este punto, os cuelgo la columna de hoy en Libertad Digital:             Al calorcito del asfalto.

En la sociedad, en la política, en tu comunidad de vecinos o viajando. Tanto da. Mi teoría es que sea cual sea el ámbito de actuación, la educación y el simple sentido común serían de gran ayuda. En serio. La raíz de muchos de los comportamientos zafios radica ahí. Ni más ni menos.

¿Planteamiento conservador? Llamadle como queráis. Yo le llamo civismo. Y punto.

Tenía un amigo que siempre me decía de manera muy graciosa: "Eva, no te engañes, los ríos están sucios porque no son de nadie". Otro día os hablaré del porqué creo que el liberalismo no sólo es lo que mejor garantiza el disfrute de la libertad y su entendimiento, sino que no es más que la buena educación y el respeto llevado al límite.

1 comentario:

  1. Razonar y convencer, ¿Qué difícil, largo y trabajoso!, ¿Sugestionar? ¿Qué fácil, rápido y barato!!!.

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