jueves, 15 de septiembre de 2011

El millón de euros y el olor de las nubes

Hacia el millón de euros rondará el mínimo exento del Impuesto de Patrimonio, ese tributo que ahora recupera el Gobierno de Zapatero al más puro estilo vintage.

Curioso dato si tenemos en cuenta lo que llegó a declarar Alfredo Pérez-Rubalcaba, exactamente la misma cantidad, con lo que la máxima aquella de que "son mayores los que tienen más años que yo y jóvenes los que tienen menos" se cumple a rajatabla. Más ricos los que más, menos ricos los que menos...

Y mientras, el actual presidente del Gobierno se plantea a qué huelen las nubes. Tras una tierna despedida, que nada que ver tuvo con la que en su día le brindaron a José María Aznar -dejando éste la nación en las condiciones más óptimas de las que España podría haber llegado a imaginar previamente- , se descuelga en la Moncloa en el acto de imposición de la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort al catedrático José Manuel Otero Lastres con una frase de Ramón Gómez de la Serna:

"El mejor destino es el de supervisor de nubes acostado en una hamaca y mirando al cielo".

No sé yo si hace falta analizar demasiado. Desde luego, no querría tener demasiado cerca al speech writer al que se le ocurrió la cita. Venenito puro. Aunque el responsable último es siempre quien lo lee, por supuesto. Con la que está cayendo y con uno de los principales causantes de la dramática situación de España queriéndose tumbar a la bartola. Impresionante.

Esta es nuestra querida España, amigos.

1 comentario:

  1. Apreciada Eva

    Acabo de leer su columna “juguete roto” en Libertad Digital. No tengo mucho que añadir porque se ha explicado muy bien.

    Soy catalano-madrileño y vivo a mitad camino de las dos regiones. Lo de catalano-madrileño es por motivos familiares y porque, que se le va a hacer, voy por libre. De tal manera que cuando estoy en Cataluña paso por madrileño y viceversa. Más o menos como le pasa a usted.

    Estoy también con usted en que hay que acostumbrarse a precisar, por favor enseñe a sus compañeros de Madrid, a los de Barcelona los doy por perdidos, entre catalán y catalanista. No es lo mismo, como diría Alejandro Sanz.

    También estoy muy preocupado con la situación actual, y por la deriva que está tomando todo, no solo lo económico. Si hay tres personajes que han hecho daño de verdad a España en estos últimos 35 años yo diría que son (el orden da igual) Pujol, Arzallus y Zapatero.

    Por centrarme en Pujol digamos que lo peor que ha hecho es el que cale su pedagogía del resentimiento. Siempre mirando a un pasado que en realidad nunca existió, pero tomando una parte por el todo para que tenga un poco credibilidad, para aliñarlo con un poco victimismo y odio e ir dejando que cale. Pero no que cale en solo Cataluña, sino en toda España.

    Y ello siempre tasado, como si de una compañía aseguradora se tratara, a costa de X millones de €. Por desgracia esto ha hecho escuela en toda España, todo el mundo se siente agraviado por algo pero está dispuesto a perdonar “un poquito” si me pagan X. Una variante de esto es la ley de memoria histórica donde si a mi asociación le dan la subvención Z para buscar los restos del abuelo, yo perdonaré un poquito a Franco, o las feministas radicales … el tema es estar perpetuamente agraviado para sacar algo a cambio.

    Lo peor es Pujol sabía y sabe perfectamente que esto ocurriría. Es como el protagonista de la “Cizaña” de Asterix. Sabía como y donde sembrar para que la viabilidad del estado español se fuera al carajo, poco a poco, y que Cataluña sin tener que hacer nada sangriento obtuviera su independencia.

    Y en este asunto ¿que papel tienen los empresarios catalanes?, pues mucho por desgracia. Usted dice en su columna que el empresariado catalán se ha caracterizado por su profesionalidad y su sentido común, y lo ha hecho en toda España, aunque a algunos les pese. Pues bien, el empresariado catalán ha avalado a Jordi Pujol y CiU, nos los ha presentado como el policía bueno (el malo es Esquerra…) y ha dado un plus de “honorabilidad” a quien no la merecía a cambio de un plato de lentejas.

    Y lo siento mucho, pero ahora les toca pagar por ello, el problema es que en privado todos te reconocerán que se han equivocado, pero ninguno aceptará que la sociedad catalana tiene que aceptar que se ha equivocado y pagar por el error.
    Porque aquí pasa como en todo sino se reconoce el error seguiremos en las mismas, y entonces lo pagarán mucho mas caro.

    Un saludo cordial

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