lunes, 7 de noviembre de 2011

Antorchas en la caverna



A darlo todo se ha dicho. Domingo mitinero. Y qué mejor que Guerra y González para dar auténtico sentido al mitin entendido como tal. Ese pedazo de doble G. Ese pedazo de Punto G que adquiere ahora una nueva dimensión. Guerra y González. González y Guerra. Tanto monta monta tanto. Y en el centro, Pérez Rubalcaba. "Soy un romántico intermitente"decía en la revista Elle del presente mes... Podría alguien explicármelo? No lo acabo de tener claro... Mitinero permanente, eso sí. Aunque se oculte tras un rostro más pausado, nunca deja de lado el mitin. Jamás.

Ayer se dio cita el trío mencionado en Valencia, en la Fonteta de Sant Lluis, allí donde a pesar de sus graznidos no logran aumentar ni un sólo voto elección tras elección. Y eso debe desesperar, sí.

De ahí, se entiende, el sonido y la gravedad in crescendo de tamañas barbaridades. Una cosa es mitinear, la otra delirar y pretender que el público "compre" semejante ruindad. ¿Que si estoy algo alterada? No, no se trata de alteración. Se trata de hartazgo. Que si la caverna se pone nerviosa, que si Rajoy es un vago, que si Rubalcaba es lo mejor del panorama español, que si una buena tumbona en Santa Pola para Rajoy  es la mejor opción de futuro... este tipo de afirmaciones me dan mucha, mucha pereza.

Y todo ello lo dice Felipe González tras depositar sus bolsas de Dior en su vehículo oficial, entiendo... Al que regresará una vez haya bramado y dejado correr la bilis que tiene atascada desde hace tanto en su posmoderno cuerpo con habano en mano.

Pero el grado máximo de mezquindad llegó con ETA. Rubalcaba es, al parecer, el héroe que ha acabado con ella. Y las peligrosas insinuaciones de que el PP intentó que el comunicado se pospusiera no hacen más que reafirmarme en todo lo dicho anteriormente. Guerra y González. González y Guerra. Ruindad y mezquindad. Mezquindad y ruindad. Qué pena de país. Qué pena de clase política.





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