jueves, 14 de julio de 2011

San Francisco de Asís

Imagen de la orquesta en el 'Madrid Arena'. | Efe

Tras un encuentro de chicas fabuloso donde llegamos a la conclusión y al convencimiento de que debido a la crisis, la audiencia de programas como Sálvame aumenta considerablemente al tiempo que crecen las aventuras extraconyugales, estuve en la representación de San Francisco de Asís en el Madrid Arena, ópera programada dentro de la temporada del Teatro Real.

La fotografía con la cúpula de más de 12 toneladas explica el porqué del traslado de formato.

Uff. Too much. Más de seis horas de representación, entre actos y descansos, donde la ausencia de arias y oberturas dejan al desnudo a San Francisco, al ángel -única voz femenina- y a las otras siete voces masculinas. Y se nota. Vamos, por lo menos por mi parte, que ansiaba que el coro despertara para que me ayudara a digerir la única ópera de Olivier Messiaen, no apta para todos los paladares.

Os confieso, si me permitís, que me costó llegar al final. Lo espartano y místico de la obra contrastó precisamente ayer demasiado con mis pensamientos revolucionados.

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