
El Confidencial daba buena cuenta ayer de la trama, con Pascual Estevill -expulsado años más tarde de la carrera judicial- de por medio, con el empresario Pedro Olabarría como protagonista y con una historia digna de llevar a las pantallas, al más puro estilo de John Grisham.
Que al día de hoy, a alguien a quien el Tribunal Supremo condena a una pena de prisión de 8 meses, multa e inhabilitación especial para cualquier empleo relacionado con la banca, por delitos de acusación falsa y de estafa procesal cuando ostentaba la presidencia de Banesto es, cuanto menos, sorprendente. Y que las personas más influyentes de la sociedad civil, principales medios de comunicación y organismos diversos no se hayan manifestado al respecto es, cuanto menos, llamativo.
¿Os imagináis algo así en Estados Unidos o en las naciones top democráticas occidentales? Cuesta bastante. Y chirría por todos los costados, francamente. Como una afilada uña en una pizarra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario