martes, 14 de diciembre de 2010

On foot

Tenía ganas de ésto. Así que aprovecho estas horas vespertinas para ello.

El verano pasado me pasó una cosa curiosa con mis pies. Paseaba cerca de Harvard Square, en Cambridge (Massachusetts) en una de esas tardes húmedas bostonianas cuando una chica que llevaba un potente equipo fotográfico me preguntó si mis pies podían ser inmortalizados. Al parecer estaba realizando un reportaje, ignoro la temática. Pero no lo dudé y la pude complacer.

La diferencia entre las personas que vemos siempre la parte positiva y las que no, se resume así. Alguien podría ofenderse y pensar: "menudo petardo le debo parecer, ya que sólo le interesan mis pies". Y una servidora pensó: "mis pies le han parecido monísimos, que chica tan encantadora". Es la ventaja de seguir siendo alguien insensatamente optimista.
Éstos son:

Las sandalias que llevaba entonces son las mismas pero en tono cámel, un modelo vintage de Muxart a las que les tengo un cariño que me hace ser tremendamente fiel y me imposibilita desprenderme de ellas en ningún momento.

Me he propuesto iniciar su búsqueda. Hoy voy a buscar mis pies por la red.

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