viernes, 22 de octubre de 2010

Uff... Así, no. Fuera caspita, por favor.

Sembradito ha estado el Alcalde de Valladolid con sus descalificaciones personales al respecto del nombramiento de Leire Pajín como Ministra de Sanidad.

Por mucho que haya intentado arreglar lo que todos hemos entendido que quiso decir y que no sólo no ha arreglado, sino que ha empeorado bastante, no es de recibo que un responsable político hable así en público de nadie. Bien es cierto que no siempre se trata a unos y a otros de la misma manera, recordemos por ejemplo los insultos del Alcalde de Getafe, no hacia una persona, sino hacia los millones de votantes que tiene el Partido Popular en toda España. Pero no se puede justificar de ningún modo.

Nunca he ocultado mi poca simpatía hacia la actual Ministra de Sanidad, en cuanto a su perfil político se refiere, pero jamás debemos descalificar a nadie por lo que nos pueda parecer ningún rasgo físico en particular  o intuir que pueda "repartir" nada a diestro y siniestro. Porque, lamentándolo mucho, es muy casposo y rancio. Y francamente, ordinario. Muy ordinario.

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